"Ser como el niño"

Domingo 9 de Agosto de 2009.

"Hacer con cariño.. hacer con cariño..."

Escuchando el disco "39º" de Lisandro Aristimuño

Hace un no muy largo tiempo yo fui dueño de una concesionaria, abogado, locutor, doctor, conductor profesional de automoviles, chofer de colectivos y de limousines, cocinero, soldado, pastelero, contador, miembro de la primera junta, gaucho, policía, ladrón, periodista, detective, marinero, bancario, croupier y cantante. Sencillamente y sin muchos estudios ejercía mis profesiones a merced de cada día. Iba eligiendo como ayudar a los que tenía alrededor dependiendo de quien estuviera en ese momento en casa sin pasar por traumas y frustraciones, sin sentirme presionado para terminar un trabajo, sin tener la presión de tener que "quedar bien con..." para "ganarme ese puesto de...".

Nada en ese mundo marcaba de manera tajante un estilo al cual atenerse, todo era libre expresión y esa libre expresión no perjudicaba a nadie y era entendida por todos. La dedicación que ponía a mis trabajos no era mensurada por nadie ni valorada en términos monetarios. No existía la explotación ni la disconformidad, no había que responder al protocolo y tampoco había que agachar la cabeza frente al que tenía poder.

El poder que tenía en ciertas ocasiones significaba poder detener el tiempo, salvar a los amigos que estaban encerrados, conquistar un territorio enemigo.

Mi primer auto propio me salió nueve pesos, los cuales los junté con el esfuerzo de ir al super de la esquina a comprar la lista detallada que mi mamá me armaba con bastante paciencia. Todos los vueltos eran para mí porque cumplía al pie de la letra el pedido que me armaban. Tan al pie de la letra que una vez, en uno de esos viajes, tuve una discusión con el verdulero, el cual no entendió que yo sólo quería comprar una hoja de lechuga (pues, en el papelito decía -una hoja de lechuga-); cuando por fin entendió me la dió y yo me fui feliz con mi hoja de lechuga. Confieso que me sorprendió mucho que no me la cobraran y que todos se sonrieran a ver en mi bolsita la hoja de lechuga.

Todo era tan simple en aquella época.

Hoy caigo en la cuenta de que no hay nada comparable con esa época tan mágica de la niñez. No porque esté llegando al final de mi vida, ni porque me sienta mal por haber crecido. Solo quiero traer al recuerdo esas cosas que nos hacen lo que somos para que no desaparezcan. Tan solo para evitar caer en el olvido de esas fantasías que nos hacen un poco más felices a la hora de enfrentar la realidad de "gente grande".

Solo un niño tiene la grandeza de entender el protocolo como un disfraz más, una careta que sirve para fingir algo que los demás quieren ver, algo que sirve solo para un rato. Solo un niño es capaz de entender a la amistad y al amor como lo que verdaderamente son, sin importar los títulos, sin tenerle miedo a los fracasos, sin medir los riesgos ni economizar los abrazos, los besos y las lágrimas que se regalan con tanta sencillez.

Solo un niño es capaz de ser Feliz con su pequeño mundo... repleto de ilusiones pero inmerso en la realidad...

GRACIAS POR REGALARME EL TESORO DE TU SONRISA...
[...]
- La gente tiene estrellas que no son las mismas. Para los que viajan, las estrellas son guías; para otros sólo son pequeñas lucecitas. Para los sabios las estrellas son problemas. Para mi hombre de negocios, eran oro. Pero todas esas estrellas se callan. Tú tendrás estrellas como nadie ha tenido...
—¿Qué quieres decir?
—Cuando por las noches mires al cielo, al pensar que en una de aquellas estrellas estoy yo riendo, será para ti como si todas las estrellas riesen. ¡Tú sólo tendrás estrellas que saben reír!
[...]
Extraído de "El Principito" de ANTOINE DE SAINT - EXUPÉRY

1 comentario:

Brigitte dijo...

Me hiciste reflexionar y detenerme en algo. No llego a darme cuenta del por qué se supone que vamos creciendo y parece que entendemos mejor la vida pero sin embargo este asumir nuestra existencia nos sumerge en la paradoja de elegir tenerle miedo a los fracasos, medir los riesgos. Pero hasta ahí suena bastante "común" y casi que se quiere convertir en "normal".A todos les pasa y se convierte en realidad el dicho "mal de muchos consuelo de tontos". Lo que me da un poco de tristeza es reconocer que uno llega verdaderamente a "economizar los abrazos, los besos y las lágrimas que se regalan con tanta sencillez". Casi que nos volvemos celosos y avaros de nuestra afectividad por miedo a salir lastimados.
Cuánto debemos aprender de los niños, son los mejores maestros, tenemos que esforzarnos en ser mejores alumnos!!!
Muy lindos tus divagues, me alegra que los puedas compartir!!
Brigitte