"Constancia de una Vida..."

Lunes 3 de Octubre de 2011.
Escuchando temas sueltos de Serú y de Sui...
(...que me acompañaron durante todo el día...)

"Con el tiempo vas cambiando
y tus ojos van mirando más allá...
¿Cuánto tiempo más llevará?"
(Serú Giran)

Hoy caigo en este espacio de paredes acolchonadas con una tormenta de sensaciones: arruinado, enojado, pesado, nauseabundo, dudoso, cuestionado, alienado, vacío, enteramente sumergido en una corriente que me lleva a pensar en la resignación. Pero todavía la corriente no me gana, aún sigo de pie y con fuerza tratando de no caer, tratando de no dejarme llevar por la comodidad.

Comodidad que nos hace sentir que somos algo, algo de lo mucho que podemos ser en este océano de posibilidades, en estas aguas profundas en donde se ahogan las existencias de muchos que se conforman con ser aquello que las voces de los "cuerdos más" dicen que son. Voces que hablan y omiten aquellos silencios de los que alguna vez escribí. Pero hoy quiero pregutarme: ¿Qué tienen de diferentes estas voces de aquellas que de alguna manera buscan hacernos sentir un poco mejor? ¿De aquellas que nos incomodan y nos hacen ver lo hermoso del cansancio, lo necesario y difícil del cambio?

Ante estas preguntas una sola palabra se me viene a la cabeza: Condescendencia. Y por el sólo hecho de pensar en ella me hierve la sangre, se me pone la piel de gallina y me dan ganas de largar a los vientos uno de esos insultos que tranquilizan hasta al más pacífico de los tolerantes.

Miradas y palabras condescendientes son el motor de la mediocridad que nos vacía de a poco y que nos deja adaptados con una realidad que no pretende llegar a superarse, con un entorno que busca constantemente adormecerse para no ver lo que hay, para no ser concientes de todo lo que nos fue dado, de toda la inmensa potencialidad con la que fuimos creados y PARA LA QUE FUIMOS CREADOS.

Hoy quiero emitir esta constancia, con enmiendas y raspaduras, de que la vida no se construye con miradas mediocres de personas que se conforman con aquello que nos resignamos a ser. Ciertamente tales miradas generan algún tipo de regocijo, mas no son ellas las que nos llevan a darnos cuenta de lo rica que es nuestra existencia, ese miserable y precioso pedazo del todo que nos fue regalado con el más sencillo y puro Amor.

Tengo que ser duro, pues mi rechazo por lo condescendiente me lleva a serlo, me obliga a no mentir y a expresar desde bien adentro lo molesto que me siento cuando se actúa de esa manera con mi persona, cuando el agradecimiento se torna en una sobreabundancia de palabras vanas, cuando los consejos no se dan de corazón, cuando se tratan de ocultar los errores por miedo a que me sienta ofendido. Ofendido me siento si no se me dice la verdad, si no se me mira a los ojos con sinceridad y se me declara claramente lo que puedo llegar a ser y, aquello que no.

Para ver a alguien felíz, creo firmemente que, hay que hacerlo llorar con nuestra sinceridad, teniendo la confianza puesta en que esa persona, a la que estamos diciendole lo que pensamos, es mucho más de lo que se nos muestra, mucho más de lo que ese ser cree que es; pues los tesoros sólo se contemplan a la distancia y nunca es posible que ellos sean enteramente concientes de lo que verdaderamente valen.

Por eso quiero dar rienda suelta al discurso sincero del corazón que ama viendo a alguien sufrir por querer cambiar y ser cada día más, ser más felíz, ser más sincero consigo mismo... Luego de esto me siento libre de seguir caminando contra la corriente y gritando - sólo para no escuchar las voces de la condescendencia-: "QUE SAGRADO ALIMENTO QUE ES EL CANSANCIO...".