"Sobre los Interrogadores..."

Miércoles 10 de Noviembre de 2010
Escuchando SUMO (no hay palabras para describirlos...)


¿Acaso es la poca importancia que le damos al asombro lo que nos lleva a prestar atención reducida a las preguntas que hacemos? Quizá la inevitable idea de lo contingente, de lo pasajero, nos lleve a aseverar que no vale detenerse en una frase encerrada entre signos de incertidumbre. ¿Para que obtener una frase de la realidad que tiene la posibilidad de desequilibrarnos? ¿Para qué intentar robarle a alguna alma un retaso de su cotidianeidad si todo pasa, todo cambia, todo se transforma y nada permanece?

La constante vivencia de lo eventual hace que muchas veces caigamos en lo planteado en las líneas anteriores, en el planteo del cual reniegan los "cuerdos menos" al condenar a aquellos que no están "presurosos de encontrar respuestas", o quizá - me gustaría agregar-, más preguntas. Por ejemplo, creo que la respuesta más inmediata que tendríamos al momento en que alguien nos responde "estoy mal" al momento del "¿Cómo andás?" sería salir corriendo, para escaparnos de la posibilidad de encontrarnos con un problema más.

Una cosa es escuchar los problemas a distancia y otra muy diferente es escucharlos en el "cara a cara". Cuando estamos ahí y lo escuchamos sabemos que no hay forma de escapar, de tener que dar una respuesta, sea cual sea. En cambio si la escuchamos a distancia quizá podemos llegar al punto de sentirnos relajados y quizá, en algún punto de nuestra mente perversa, sentirnos alegres por experimentar la fortuna propia en comparación con la del otro. ¿O acaso no hacemos eso? ¿Acaso las tristes cadenas de correos electrónicos no nos demuestran eso al decirnos: "SIENTASE AFORTUNADO, USTED ESTA DENTRO DEL 6% DE LA POBLACION MUNDIAL QUE NO SE MUERE DE HAMBRE"?

Sintamonos afortunados de poder ser libres de pensar, de preguntar, de dejarnos iluminar por los seres que por nuestra vida pasan, de poder ser blanco de críticas, de poder afrontar la adversidad con sufrimiento, de experimentar la alegría del discutir; mas no creo que podamos disfrutar de la distancia; de esa distancia que combaten los "cuerdos menos" al esquivar los sitios de perversión y exposición, de esa distancia que desaparece durante esos 60 minutos extras que nos regala la locura.

Finalmente queda la sensación de sentirse agradecido por aquellos que todavía se esmeran por hacer preguntas, por molestar a las personas exigiendo respuestas que no sean al pasar... a esos ilusos interrogadores que se asombran con poco deberemos mucha parte de nuestra tranquilidad y, por sobre todo, la gran posibilidad de no dejarnos callar...


"Mañanas de Soool..."
(Prodan)

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